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jueves, 23 de febrero de 2012

La caja del tesoro, parte II: La misión de Henry.


Soy de esas ultimas generaciones que se criaron sin ordenador, ni móvil, ni maquinitas. Nosotros teníamos soldaditos de plástico, coches de juguete, series de televisión violentas, canicas, pistolitas, peonzas, actionmanes y demás. Mis favoritos siempre fueron los playmobils, esos muñequitos de 7,5 cm de alto con articulaciones en cuello, hombro, muñeca y pelvis.
Tenia playmobils de todo tipo: policías, medievales, de obras, granjeros, médicos, piratas, del oeste... Estos últimos me encantaban. La oficina del sheriff, el jefe indio, el chamán de la tribu, la diligencia del banco, los cowboys, un trampero y varios buscadores de oro formaban mi pequeño Wild West. Con ellos era un John Wayne ó un Clint Eastwood de 7,5 cm. A mis 6 años, los caballos recorrían a galope tendido esa extensa llanura desértica en la que convertía al pasillo de mi casa.
Pero volviendo a la caja del tesoro... Guardo un soldado del 7º de caballería. Quizás sirvió bajo las órdenes del General Custer, un héroe superviviente a Little Big Horn. Yo le llamo Henry y es pelirrojo, con pecas. Ha perdido su sombrero, el revólver Colt y el Winchester. Pero ahí sigue de pie el tío, en posición de firme, fardando de botones dorados en su casaca azul.
La verdad es que Henry nunca ha sido mio del todo. Me lo regaló alguno de mis primos, librándole de acabar sus últimos dias en una bolsa de basura. Y acepté el regalo por eso de la nostalgia.
Nostalgia de una caja que nunca llegué a abrir. Y es que a mi Wild West siempre le faltó un fuerte. Algo que siempre quise. El Fort Glory de Playmobil fue el amor platónico de mi infancia, con sus banderas, sus soldados, esa firme empalizada, y el nombre en un cartel encima de la puerta.
La misión de Henry en la caja es recordarme que algún dia, rebuscando en alguna juguetería el Fort Glory caerá en mis manos. El pasillo de mi casa volverá a convertirse en algún desierto de Arizona, por el que Henry cabalgará con su sombrero, su revólver Colt y el Winchester

miércoles, 22 de febrero de 2012

"La caja del tesoro parte I: De cromos y fotos"


Desde hace unos meses colecciono recuerdos en una caja metálica.
La cajita de lata en cuestión contuvo en su día una baraja de póker con sus respectivas fichas, desconozco el paradero del contenido original.La baraja acabaría en la basura ó similares y las fichas... están repartidas por toda la cueva que yo llamo "mi habitación"
El caso es que la caja guarda ahora papeles, cachivaches y demás reliquias varias de mi tierna infancia y feliz adolescencia. Quizás, lo que más tiempo lleva en mi poder es un cromo Boomer de Dragon Ball Gt que lleva estampado a Son Goku en el nivel 4 (conseguir aquello a mi edad era como un Cristiano Ronaldo en brillantina de ahora) rescatado hace unos años de un cajón perdido en casa de mi abuela. Su fecha de impresión es de 1996, llevaría yo unos cuatro años dándole el coñazo a Ana y a Jose, que para algo eran y son mis padres. De esa misma epoca, mas o menos, es también una foto en blanco y negro de dicha caja. En ella se ve a un niño de pelo largo y rubio (Alberto le llamaron) que desvia ligeramente la mano hacia un bolsillo, seguramente (quiero pensar yo) que para asegurarse de que el cromo de Goku seguía ahí.